viernes, 8 de julio de 2016

Dark Souls 3 o Bloodborne, mi eterno debate

La primera entrada de mi blog se la quiero dedicar a aquellos dos juegos que me tuvieron enganchado horas y horas por estas fechas hace 1 año y el actual.

Primeramente debo decir que no he jugado ni a Demon’s Souls ni a Dark Souls 1 (este me lo he visto por YT), cosas de no disponer de una PS3 ni un PC decente. El caso, mis andanzas por la saga Souls comenzaron por el menos Souleriano de estos: Bloodborne.

Voy a hablar de ellos distinguiendo apartados en: Historia (lore), ambientación y jugabilidad.
Bloodborne. Ay, los recuerdos. No sé ni por qué lo compre. Bueno sí, una campaña de marketing de la hostia por parte de Sony y la falta de exclusivos de peso, por parte de Sony también. Lo compré totalmente a ciegas, sin haber catado un Souls en la vida. Y bendita la hora. Maldito juego, como me atrajo en sus primeros compases. La atmosfera, el diseño de niveles, la dificultad (la relativa dificultad, claro), lo profundo que parecía ser, los bosses… qué bonito todo.


HISTORIA

Llegas a Yharnam, una ciudad famosa por su trato con la sangre y los milagros de esta. Presuponemos que nuestro personaje tiene alguna enfermedad mortal y que acude aquí para sanarse. Nos hacen firmar un contrato y nos hacen una especie de transfusión de sangre. Aquí comienza la pesadilla.

Despertamos y vemos que la ciudad ya no es lo que era, no hay nadie por la calle, solo antiguos habitantes de esta, transformados en bestias, buscando bestias a las que matar (no son conscientes de su condición). Y nada, avanzamos por la ciudad matando (o cazando, según se mire) bestias, descubriendo un poco los entresijos de la maldición esta (la maldición son las bestias y la noche eterna), la relación de los milagros de la sangre con los Grandes, que son una especie de dioses a los que los humanos intentan superar en conocimiento, y rinden culto a la par que experimentan con ellos.

La historia es un puto lío, mucho más lío que la de los Souls. Combatimos contra algunos de estos Grandes, cambiamos cosas en el equilibrio de la pesadilla y la noche eterna y, sin saber como, te presentas al final. 3 finales distintos. El primero al más puro estilo Souls: Mueres dentro de la pesadilla, pero despiertas en la realidad en una Yharnam normal y curado de tu enfermedad. El segundo es que decides plantarle cara al jefe de la pesadilla, te lo cargas y pasas a ocupar su puesto. El tercero, y el oculto, es que alcanzamos el conocimiento suficiente para poder ver al Grande que maneja todo, Presencia Lunar, que baja desde la mismísima Luna a combatir con nosotros (y pillar rabo todo sea dicho). Nos cargamos a la bestia y renacemos como Grande, siendo ahora nosotros la esperanza (o desgracia) para Yharnam.

AMBIENTACIÓN

Bloodborne es magia. Es ver una ciudad que hasta hace unas horas era perfectamente normal. Es llamar a una puerta y escuchar dentro a gente llorando, transformándose, montándose una orgía o apremiándote para que vayas a cazar, que ese es tu oficio. La ciudad está viva, no en decadencia.
Pero no todo se queda en la ciudad. Hay un bosque (como siempre), con criaturas infectas que te envenenan (como siempre), que da pavor cruzar por él (como siempre) y que te deja sin ganas de vivir (como siempre). Una especie de universidad, una parte de la ciudad que está cerrada por exceso de ETS, más partes de ciudad, planos de realidades alternativos que se supone que son pesadillas que han vivido otras personas, una aldea de pescadores muy chuli, un pabellón donde se hacían investigaciones rarunas y la peña está como una puta cabra y mi favorita: Un castillo de nobles abandonado, nevado y plagado de espíritus. Muy bonico él.

La ambientación hablando pronto y mal es la polla. Te sumerge completamente. Puedes ver cómo era todo antes de que se fuera a la mierda y entiendes por qué hay esto y por qué hay aquello. Catedrales preciosas donde las vas a pasar putísimas, el castillo dónde los lamentos de los espectros te perforan el cerebro y te ponen de los putos nervios, el pabellón de investigación, que es inmenso y a la vez claustrofóbico y dónde los enemigos, con cabezas enormes o sin cabeza, hacen ruidos extraños y van a por ti… una maravilla que te pone los pelos de punta.



JUGABILIDAD

Hasta ahora Bloodborne no se distinguía mucho de un Dark Souls cualquiera, salvo por la historia, pero es en este punto donde eso cambia.

Adiós escudos, adiós 3.000 armas, adiós armaduras, adiós peso de equipo, adiós anillos…nada de todo lo que había en Dark Souls está aquí. El juego apuesta por las armas de doble uso, las pistolas, la carencia de escudos (hay dos, y de poco valen), los 20 viales de inicio, sustituyendo a los estus y las balas en lugar de barra de magia como en Demon’s Souls y Dark Souls 3. Apuesta por la agilidad ante todo, por el esquive, elementos por los que apostaría cualquier Hack ‘n’ Slash, solo que encima dista de estos y sigue siendo un Souls.

Esto recibió muchas críticas, sobretodo del sector PCero, para que nos vamos a engañar, querían atacar al juego hablando de que estaba causalizado, que iba a ser mucha más fácil, que iba a ser un juego menor… todo falso salvo, en parte, por la causalización. Bloodborne no cuenta con clases de personajes que se diferencien demasiado. No cuenta con un complejo sistema de misiones secundarias ni armaduras o magias que cambien mucho tus stats, simplemente eso se simplificó mucho.

Pero vayamos a lo que importa, el gameplay. El gameplay es orgásmico. El juego recompensa el riesgo. Cuando un enemigo nos quita vida, tenemos unos segundos en los cuales, si atacamos, la recuperamos. Parece una mecánica sencilla, pero no, te impulsa constantemente a atacar para recuperar vida, aunque en el intento puedas morir. Y es que, a diferencia de los otros Souls, aquí de 1 golpe te pueden quitar media vida y, además, golpean con una velocidad similar o incluso mayor a la tuya.

Dejémonos de chorradas y hablemos de bosses. Los bosses son los mejores de la saga, simple y llanamente. Son todo un reto, el diseño es espectacular y las distintas fases del combate hacen que debas cambiar la estrategia totalmente. Dark Souls 3 trata de acercarse a esto, pero se queda a medio camino. Tiene los mejores combates sin duda. Es un placer doloroso enfrentarte a Ebrietas, a Amygdala, a Gascoine, el huérfano de Kos, Gehrman y Mártir Logarius, sin duda, Lady María. Este boss del del DLC y de lejos me ha dado una de las mejores sensaciones videojuguiles de mi vida, superior incluso a la que me dio The End en MGS3. Es un boss frenético, un 1 vs. 1 que empieza equilibrado pero que en su segunda y tercera fase te obliga a cambiar totalmente de estrategia y a aumentar tus habilidades para poder hacerle frente. Es un combate bello, la música de fondo preciosa, la antesala del combate también. Es un combate entre auténticos caballeros. Un combate que quisieras repetir y el cual te da pena acabar y vencer a tan digno rival.



Ahora llega el momento de Dark Souls 3. Al juego dejé de jugar hace solo un par de días tras sacarme el Platino. 110 horas después y, la verdad, me ha costado dejarlo. Empecemos.



HISTORIA

Aquí seré breve: es mala. ¿Y mala por qué, desgraciado? Porque es otro puto ciclo, como el de Dark Souls 2 (al menos este metía una historia de gigantes y tronos). La historia de Dark Souls mola por la manera en la que la cuenta, y en el caso del primero, porque es todo nuevo y lo flipas. En el tercero parece que la cosa no ha cambiado mucho y todo lo bueno de la historia está relacionada con Dark Souls 1. Tanto es así que el mejor boss del juego es, posiblemente, el primogénito de Gwyn o el verdadero Ornstein y eso es lo que más vida le ha dado a la historia, un Rey que era fan de Seath, la armadura de Ornstein potenciada y un boss final que tiene complejo de Gwyn. Puro fan service. Por lo demás, somos latentes cuya misión es hacer volver a los Señores de las Cenizas a sus tronos para poder reavivar la llama y continuar con la Era de la Luz. Y tenemos 3 finales: enlazar la llama, apargala y dar pie a la era de la Oscuridad (aunque se nos deja entrever que tarde o temprano volverá la luz) o hacer un Hueco y usar la llama para ser el señor de estos. Historia poco inspirada, la verdad.

AMBIENTACIÓN

La ambientación mola, aunque también abusa del fan service. Las mazmorras de Irithyll, Irithyll del Valle Boreal, la Catedral Oscura y el Castillo de Lothric me encantaron. Luego tenemos algunas muy discutibles como laas Catacumbas o el Lago Ardiente que me parecieron puta mierda. Bueno, del Lago Ardiente se salva el lore (otra vez por mero fan service). Y luego ya tenemos Anor Londo y la zona de Farron. La primera localización es archiconocida y mola un huevo ir hasta allí y la sorpresa de verlo y confirmar tus sospechas. Es lo mejor del juego, diría. Luego está la zona pantanosa de Farron, según la cual, tengo yo la teoría, de que se trata de la zona donde estaba la primera campana que tenemos que tocar en Dark Souls 1 (hay una torre tirada muy parecida).

Y la verdad, poco más, el juego no apuesta mucho por la ambientación que no sea puro fan service.



JUGABILIDAD

El gameplay en sí para mi es el mejor de la saga. Tiene más agilidad que los dos primeros pero menos que Bloodborne, lo cual es genial, es el equilibrio perfecto. Eres ágil de cojones, sí, pero no te olvides el escudo porque si no vas a pillar como un desgraciado. Multitud de armas, hechizos, milagros, piromancias, armaduras, etc. Tiene todo eso que perdía Bloodborne en pos de la sencillez. Tiene clases bien diferenciadas, un sistema más complejo de stats, y yo que sé, todo lo que se le pide a un Souls y de lo que carecía Bloodborne. Eso sí, el reciclaje de armaduras ha sido demasiado.
Y ahora hablemos de los bosses. No puedo pensar en ellos sin que una pequeña decepción se apodere de mí. Después de lo visto en Bloodborne y tras ver el gameplay que combinaba la velocidad con la precaución, me esperaba bosses grandiosos. Y vaya chasco. Ningún boss (salvo el Rey Sin Nombre) se me resistió más de 5 intentos. Destaco el Rey Sin Nombre por encima de todos, por nivel de espectacularidad, dificultad, el escenario…todo. Luego hago mención especial para el Alma de Cenizas, la Armadura del Asesino de Dragones, Los Príncipes Gemelos y el Campeón Gundyr. Estos fueron los que más me costaron. Luego por diseño me quedo con el Pontífice Sulyvahn, Yhorm y los Vigilantes del Abismo. La mayoría de los bosses tienen solo 2 fases de combate y son, sin duda, mucho peores que las de Bloodborne, ¡pero es que incluso hay bosses que son más fáciles en su segunda fase que en la primera! Oceiros, que es un chiste de boss, su segunda fase es ridícula. El boss final, la segunda fase que emula a Gwyn, es preciosa por la música y demás, pero baja la dificultad espectacularmente porque es MUY predecible. Y paso de hablar del primer boss del juego o del Wyvern Antiguo que es un boss que cae de un puto golpe. Muy decepcionado. Los diseños son bonitos, no digo que no, pero el reto baja mucho.

Y luego tiene otra pega Dark Souls 3, y es su NG. La segunda vuelta se caracteriza por ser más exigente que la primera. Pues bien, y una polla. Al contrario de lo que sucedía con Bloodborne, donde la segunda vuelta era un dolor de muelas, aquí solo suben a los enemigos normales. Los bosses prácticamente se mantienen igual. Acabé la segunda y la tercera vuelta pasándome todos los bosses a la primera menos el Rey Sin Nombre y el Alma de Cenizas, y este último por tonto.



CONCLUSIÓN

Ahora viene lo difícil. Bloodborne me gusta más por su ambientación, su historia y el desafio que supone los bosses. De Dark Souls 3 me quedo con su jugabilidad y la mayor profundidad de la que goza. Me inicié en la saga con Bloodborne y le tengo un gran cariño. He visto vídeos de Dark Souls 1 y lloró porque lo saquen en PS4 y poder jugarlo plácidamente, creo que es el mejor sin duda. De Dark Souls 3 esperaba mucho más en cuanto a bosses y localizaciones.

Realmente me cuesta elegir y quizás no he sido muy justo con Dark Souls 3, pues a este le faltan 2 DLC’s que, siendo From Software seguro que promete, y es cierto que el análisis que hago beneficia mucho a Bloodborne, pero creo que me quedo con Dark Souls 3 simplemente por la mayor profundidad y la mayor variedad de gameplay. El viaje, eso sí, lo disfrute mucho más en Bloodborne, pero creo que comparando punto por punto Drak Souls 3 es mejor excepto en bosses, porque la ambientación y la trama están más sujetas a la subjetividad.

Confío, eso sí, que todos los puntos negativos que he mencionado de Dark Souls 3, con los DLC’s me cierren la puta boca.

Termino mi primera entrada, demasiado larga quizás, pero hablar de dos de tus juegos favoritos con las BSO de estos de fondo, es un autentico placer.


“Que las llamas guíen tu camino.”

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